A segunda multiplicação dos pães e peixes
(Mt 15.29-39)
1 Naqueles dias, havendo mui grande multidão e não tendo o que comer, Jesus chamou a si os seus discípulos e disse-lhes: 2 Tenho compaixão da multidão, porque há já três dias que estão comigo e não têm o que comer. 3 E, se os deixar ir em jejum para casa, desfalecerão no caminho, porque alguns deles vieram de longe. 4 E os seus discípulos responderam-lhe: Donde poderá alguém satisfazê-los de pão aqui no deserto? 5 E perguntou-lhes: Quantos pães tendes? E disseram-lhe: Sete. 6 E ordenou à multidão que se assentasse no chão. E, tomando os sete pães e tendo dado graças, partiu-os e deu-os aos seus discípulos, para que os pusessem diante deles; e puseram-nos diante da multidão. 7 Tinham também uns poucos peixinhos; e, tendo dado graças, ordenou que também lhos pusessem diante. 8 E comeram e saciaram-se; e, dos pedaços que sobejaram, levantaram sete cestos. 9 E os que comeram eram quase quatro mil; e despediu-os.
O fermento dos fariseus
(Mt 16.1-12)
10 E, entrando logo no barco com os seus discípulos, foi para as regiões de Dalmanuta.
11 E saíram os fariseus e começaram a disputar com ele, pedindo-lhe, para o tentarem, um sinal do céu. 12 E, suspirando profundamente em seu espírito, disse: Por que pede esta geração um sinal? Em verdade vos digo que a esta geração não se dará sinal algum. 13 E, deixando-os, tornou a entrar no barco e foi para o outro lado.
14 E eles se esqueceram de levar pão e no barco não tinham consigo senão um pão. 15 E ordenou-lhes, dizendo: Olhai, guardai-vos do fermento dos fariseus e do fermento de Herodes. 16 E arrazoavam entre si, dizendo: É porque não temos pão. 17 E Jesus, conhecendo isso, disse-lhes: Para que arrazoais, que não tendes pão? Não considerastes, nem compreendestes ainda? Tendes ainda o vosso coração endurecido? 18 Tendo olhos, não vedes? E, tendo ouvidos, não ouvis? E não vos lembrais 19 quando parti os cinco pães entre os cinco mil, quantos cestos cheios de pedaços levantastes? Disseram-lhe: Doze. 20 E, quando parti os sete entre os quatro mil, quantos cestos cheios de pedaços levantastes? E disseram-lhe: Sete. 21 E ele lhes disse: Como não entendeis ainda?
Cura de um cego de Betsaida
22 E chegou a Betsaida; e trouxeram-lhe um cego e rogaram-lhe que lhe tocasse. 23 E, tomando o cego pela mão, levou-o para fora da aldeia; e, cuspindo-lhe nos olhos e impondo-lhe as mãos, perguntou-lhe se via alguma coisa. 24 E, levantando ele os olhos, disse: Vejo os homens, pois os vejo como árvores que andam. 25 Depois, tornou a pôr-lhe as mãos nos olhos, e ele, olhando firmemente, ficou restabelecido e já via ao longe e distintamente a todos. 26 E mandou-o para sua casa, dizendo: Não entres na aldeia.
A confissão de Pedro
(Mt 16.13-23Lc 9.18-22Jo 6.66-69)
27 E saiu Jesus e os seus discípulos para as aldeias de Cesareia de Filipe; e, no caminho, perguntou aos seus discípulos, dizendo: Quem dizem os homens que eu sou? 28 E eles responderam: João Batista; e outros, Elias; mas outros, um dos profetas. 29 E ele lhes disse: Mas vós quem dizeis que eu sou? E, respondendo Pedro, lhe disse: Tu és o Cristo. 30 E admoestou-os, para que a ninguém dissessem aquilo dele.
31 E começou a ensinar-lhes que importava que o Filho do Homem padecesse muito, e que fosse rejeitado pelos anciãos, e pelos príncipes dos sacerdotes, e pelos escribas, e que fosse morto, mas que, depois de três dias, ressuscitaria. 32 E dizia abertamente estas palavras. E Pedro o tomou à parte e começou a repreendê-lo. 33 Mas ele, virando-se e olhando para os seus discípulos, repreendeu a Pedro, dizendo: Retira-te de diante de mim, Satanás; porque não compreendes as coisas que são de Deus, mas as que são dos homens.
Cada um deve levar a sua própria cruz
(Mt 16.24-28Lc 9.23-27)
34 E, chamando a si a multidão, com os seus discípulos, disse-lhes: Se alguém quiser vir após mim, negue-se a si mesmo, e tome a sua cruz, e siga-me. 35 Porque qualquer que quiser salvar a sua vida perdê-la-á, mas qualquer que perder a sua vida por amor de mim e do evangelho, esse a salvará. 36 Pois que aproveitaria ao homem ganhar todo o mundo e perder a sua alma? 37 Ou que daria o homem pelo resgate da sua alma? 38 Porquanto qualquer que, entre esta geração adúltera e pecadora, se envergonhar de mim e das minhas palavras, também o Filho do Homem se envergonhará dele, quando vier na glória de seu Pai, com os santos anjos.
Alimentación de los cuatro mil
(Mt 15.32-39)
1 Por esos días volvió a reunirse una gran multitud. Como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
2 «Esta gente me parte el corazón. Hace ya tres días que están conmigo, y no tienen qué comer.
3 Si los mando a sus casas en ayunas, podrían desmayarse en el camino, pues algunos de ellos han venido de muy lejos.»
4 Sus discípulos le respondieron: «¿Y dónde vamos a conseguirles pan suficiente en un lugar tan apartado como este?»
5 Jesús les preguntó: «¿Cuántos panes tienen ustedes?» Y ellos respondieron: «Siete.»
6 Entonces Jesús mandó a la multitud que se recostara en el suelo, luego tomó los siete panes, y después de dar gracias los partió y se los dio a sus discípulos, para que ellos los repartieran entre la multitud. Ellos así lo hicieron.
7 Tenían también unos cuantos pescaditos, así que Jesús los bendijo y mandó también que los repartieran.
8 Toda la gente comió hasta quedar satisfecha y, cuando recogieron lo que sobró, llenaron siete canastas.
9 Los que comieron eran como cuatro mil. Luego Jesús los despidió
10 y enseguida entró en la barca con sus discípulos para irse a la región de Dalmanuta.
La demanda de una señal
(Mt 16.1-4Lc 12.54-56)
11 Los fariseos llegaron y comenzaron a discutir con él, y para ponerlo a prueba le pidieron que hiciera una señal del cielo.
12 Lanzando un profundo suspiro, Jesús dijo: «¿Por qué pide esta gente una señal? De cierto les digo que ninguna señal se le concederá.»
13 Los dejó entonces, y volvió a entrar en la barca para irse a la otra orilla.
La levadura de los fariseos
(Mt 16.5-12)
14 Los discípulos se habían olvidado de llevar comida, así que en la barca solo tenían un pan.
15 Jesús les mandó: «Abran los ojos y cuídense de la levadura de los fariseos, y también de la levadura de Herodes.»
16 Ellos se decían entre sí: «Lo dice porque no trajimos pan.»
17 Pero Jesús se dio cuenta y les dijo: «¿Por qué discuten de que no tienen pan? ¿Todavía no entienden ni se dan cuenta? ¿Todavía tienen cerrada la mente?
18 ¿Tienen ojos, pero no ven? ¿Tienen oídos, pero no oyen? ¿Acaso ya no se acuerdan?
19 Cuando repartí los cinco panes entre los cinco mil, ¿cuántas cestas llenas del pan que sobró recogieron?» Y ellos dijeron: «Doce.»
20 «Y cuando repartí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas del pan que sobró recogieron?» Ellos respondieron: «Siete.»
21 Entonces les dijo: «¿Y cómo es que todavía no entienden?»
Un ciego sanado en Betsaida
22 Cuando fueron a Betsaida, le llevaron un ciego y le rogaron que lo tocara.
23 Jesús tomó la mano del ciego y lo llevó fuera de la aldea. Allí escupió en los ojos del ciego, y luego le puso las manos encima y le preguntó: «¿Puedes ver algo?»
24 El ciego levantó los ojos y dijo: «Veo gente. Parecen árboles que caminan.»
25 Jesús le puso otra vez las manos sobre los ojos, y el ciego recobró la vista y pudo ver a todos de lejos y con claridad.
26 Jesús lo envió a su casa, y le dijo: «No vayas ahora a la aldea.»
La confesión de Pedro
(Mt 16.13-20Lc 9.18-21)
27 Jesús y sus discípulos fueron entonces a las aldeas de Cesarea de Filipo. En el camino, Jesús les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
28 Ellos respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros más, que alguno de los profetas.»
29 Entonces él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy?» Pedro le respondió: «Tú eres el Cristo.»
30 Pero él les mandó que no dijeran nada a nadie acerca de él.
Jesús anuncia su muerte
(Mt 16.21-28Lc 9.22-27)
31 Jesús comenzó entonces a enseñarles que era necesario que el Hijo del Hombre sufriera mucho y fuera desechado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y que tenía que morir y resucitar después de tres días.
32 Esto se lo dijo con toda franqueza. Pero Pedro lo llevó aparte y comenzó a reconvenirlo.
33 Entonces Jesús se volvió a ver a los discípulos, y reprendió a Pedro. Le dijo: «¡Aléjate de mi vista, Satanás! ¡Tú no piensas en las cosas de Dios sino en cuestiones humanas!»
34 Luego llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame.
35 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
36 Porque ¿de qué le sirve a uno ganarse todo el mundo, si pierde su alma?
37 ¿O qué puede dar uno a cambio de su alma?
38 »Si en esta generación adúltera y pecadora alguien se avergüenza de mí y de mis palabras, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.»