Na sua grande aflição, o salmista recorre a Deus para que restabeleça o seu povo e o reconduza à sua terra
Oração do aflito, vendo-se desfalecido, e derramando a sua queixa perante a face do Senhor
1 Senhor, ouve a minha oração, e chegue a ti o meu clamor. 2 Não escondas de mim o teu rosto no dia da minha angústia; inclina para mim os teus ouvidos; no dia em que eu clamar, ouve-me depressa.
3 Porque os meus dias se consomem como fumaça, e os meus ossos ardem como lenha. 4 O meu coração está ferido e seco como a erva, pelo que até me esqueço de comer o meu pão. 5 Já os meus ossos se pegam à minha pele, em virtude do meu gemer doloroso. 6 Sou semelhante ao pelicano no deserto; sou como um mocho nas solidões. 7 Velo e sou como o pardal solitário no telhado. 8 Os meus inimigos me afrontam todo o dia; os que contra mim se enfurecem me amaldiçoam. 9 Pois tenho comido cinza como pão e misturado com lágrimas a minha bebida, 10 por causa da tua ira e da tua indignação, pois tu me levantaste e me arremessaste. 11 Os meus dias são como a sombra que declina, e como a erva me vou secando.
12 Mas tu, Senhor, permanecerás para sempre, e a tua memória, de geração em geração. 13 Tu te levantarás e terás piedade de Sião; pois o tempo de te compadeceres dela, o tempo determinado, já chegou. 14 Porque os teus servos têm prazer nas suas pedras e se compadecem do seu pó.
15 Então, as nações temerão o nome do Senhor, e todos os reis da terra, a sua glória, 16 quando o Senhor edificar a Sião, e na sua glória se manifestar, 17 e atender à oração do desamparado, e não desprezar a sua oração.
18 Isto se escreverá para a geração futura; e o povo que se criar louvará ao Senhor, 19 porquanto olhara desde o alto do seu santuário; desde os céus, o Senhor observou a terra, 20 para ouvir o gemido dos presos, para soltar os sentenciados à morte; 21 a fim de que seja anunciado o nome do Senhor em Sião, e o seu louvor, em Jerusalém, 22 quando os povos todos se congregarem, e os reinos, para servirem ao Senhor.
23 Abateu a minha força no caminho; abreviou os meus dias. 24 Dizia eu: Deus meu, não me leves no meio dos meus dias, tu, cujos anos alcançam todas as gerações. 25 Desde a antiguidade fundaste a terra; e os céus são obra das tuas mãos. 26 Eles perecerão, mas tu permanecerás; todos eles, como uma veste, envelhecerão; como roupa os mudarás, e ficarão mudados. 27 Mas tu és o mesmo, e os teus anos nunca terão fim. 28 Os filhos dos teus servos continuarão, e a sua descendência ficará firmada perante ti.
Oración de un afligido
Oración de alguien que sufre y que, en su angustia, expone su queja en presencia del Señor.
1 Señor, escucha mi oración;
¡deja que mi queja llegue a tus oídos!
2 No te alejes de mí cuando me veas angustiado;
inclina a mí tu oído,
¡respóndeme pronto cuando te invoque!

3 Mi vida se va desvaneciendo, como el humo;
mis huesos se deshacen, como tizón quemado.
4 Débil está mi corazón, y seco cual la hierba;
¡hasta me he olvidado de comer!
5 Tanto he llorado
que los huesos se me pegan a la carne.
6 Soy como los pelícanos del desierto;
¡soy como los búhos de las soledades!
7 Ya no duermo, y hasta me siento
como un pájaro solitario sobre el tejado.
8 Todos los días me insultan mis enemigos;
se confabulan y hacen planes contra mí.
9 El pan que como, me sabe a ceniza;
lo que bebo, se mezcla con mis lágrimas.
10 ¡Y es porque estás enojado conmigo!
¡Primero me elevas, y luego me dejas caer!
11 Mi vida se diluye como una sombra;
¡me voy secando como la hierba!

12 Pero tú, Señor, permaneces para siempre,
y todas las generaciones te recordarán.
13 Te levantarás y tendrás misericordia de Sión,
porque ya se ha cumplido su tiempo;
¡ya es hora de que le tengas misericordia!
14 Tus siervos aman cada una de sus piedras;
ven sus ruinas, y se compadecen de ella.

15 Señor, las naciones honrarán tu nombre;
los reyes de la tierra reconocerán tu gloria,
16 porque tú, Señor, reconstruirás a Sión,
y en su esplendor serás reconocido.
17 Tendrás en cuenta la oración de los pobres,
y no dejarás de escuchar sus ruegos.
18 Esto, Señor, quedará escrito para los pueblos futuros,
¡para que las generaciones del mañana te alaben!

19 Desde su alto santuario, el Señor observa;
desde los cielos, el Señor contempla la tierra
20 para oír el clamor de los cautivos
y dar libertad a los sentenciados a muerte;
21 para que en Sión se anuncie el nombre del Señor,
¡para que en Jerusalén se proclame su alabanza!
22 Entonces todas las naciones y todos los reinos
vendrán y se unirán para servir al Señor.

23 En mi camino, el Señor me retiró su apoyo;
¡me recortó los días de mi vida!
24 Pero yo le supliqué:
«Dios mío, tú vives por todas las generaciones:
¡no me reduzcas la mitad de mi vida!»
25 Tú fundaste la tierra desde el principio,
y con tus propias manos formaste los cielos.
26 Un día, ellos serán destruidos;
envejecerán, como vestidos usados,
y tú los cambiarás por otros;
¡pero tú permanecerás!
27 ¡Tú seguirás siendo el mismo,
y tus años nunca tendrán fin!
28 Los hijos de tus siervos vivirán tranquilos,
y sus descendientes se afirmarán en tu presencia.