A terceira viagem missionária de Paulo. Paulo prega o evangelho em Éfeso. Tumulto excitado por Demétrio
1 E sucedeu que, enquanto Apolo estava em Corinto, Paulo, tendo passado por todas as regiões superiores, chegou a Éfeso e, achando ali alguns discípulos, 2 disse-lhes: Recebestes vós já o Espírito Santo quando crestes? E eles disseram-lhe: Nós nem ainda ouvimos que haja Espírito Santo. 3 Perguntou-lhes, então: Em que sois batizados, então? E eles disseram: No batismo de João. 4 Mas Paulo disse: Certamente João batizou com o batismo do arrependimento, dizendo ao povo que cresse no que após ele havia de vir, isto é, em Jesus Cristo. 5 E os que ouviram foram batizados em nome do Senhor Jesus. 6 E, impondo-lhes Paulo as mãos, veio sobre eles o Espírito Santo; e falavam línguas e profetizavam. 7 Estes eram, ao todo, uns doze varões.
8 E, entrando na sinagoga, falou ousadamente por espaço de três meses, disputando e persuadindo-os acerca do Reino de Deus. 9 Mas, como alguns deles se endurecessem e não obedecessem, falando mal do Caminho perante a multidão, retirou-se deles e separou os discípulos, disputando todos os dias na escola de um certo Tirano. 10 E durou isto por espaço de dois anos, de tal maneira que todos os que habitavam na Ásia ouviram a palavra do Senhor Jesus, tanto judeus como gregos. 11 E Deus, pelas mãos de Paulo, fazia maravilhas extraordinárias, 12 de sorte que até os lenços e aventais se levavam do seu corpo aos enfermos, e as enfermidades fugiam deles, e os espíritos malignos saíam. 13 E alguns dos exorcistas judeus, ambulantes, tentavam invocar o nome do Senhor Jesus sobre os que tinham espíritos malignos, dizendo: Esconjuro-vos por Jesus, a quem Paulo prega. 14 Os que faziam isto eram sete filhos de Ceva, judeu, principal dos sacerdotes. 15 Respondendo, porém, o espírito maligno, disse: Conheço a Jesus e bem sei quem é Paulo; mas vós, quem sois? 16 E, saltando neles o homem que tinha o espírito maligno e assenhoreando-se de dois, pôde mais do que eles; de tal maneira que, nus e feridos, fugiram daquela casa. 17 E foi isto notório a todos os que habitavam em Éfeso, tanto judeus como gregos; e caiu temor sobre todos eles, e o nome do Senhor Jesus era engrandecido. 18 Muitos dos que tinham crido vinham, confessando e publicando os seus feitos. 19 Também muitos dos que seguiam artes mágicas trouxeram os seus livros e os queimaram na presença de todos, e, feita a conta do seu preço, acharam que montava a cinquenta mil peças de prata. 20 Assim, a palavra do Senhor crescia poderosamente e prevalecia.
21 E, cumpridas estas coisas, Paulo propôs, em espírito, ir a Jerusalém, passando pela Macedônia e pela Acaia, dizendo: Depois que houver estado ali, importa-me ver também Roma. 22 E, enviando à Macedônia dois daqueles que o serviam, Timóteo e Erasto, ficou ele por algum tempo na Ásia.
23 Naquele mesmo tempo, houve um não pequeno alvoroço acerca do Caminho. 24 Porque um certo ourives da prata, por nome Demétrio, que fazia, de prata, nichos de Diana, dava não pouco lucro aos artífices, 25 aos quais, havendo-os ajuntado com os oficiais de obras semelhantes, disse: Varões, vós bem sabeis que deste ofício temos a nossa prosperidade; 26 e bem vedes e ouvis que não só em Éfeso, mas até quase em toda a Ásia, este Paulo tem convencido e afastado uma grande multidão, dizendo que não são deuses os que se fazem com as mãos. 27 Não somente há o perigo de que a nossa profissão caia em descrédito, mas também de que o próprio templo da grande deusa Diana seja estimado em nada, vindo a majestade daquela que toda a Ásia e o mundo veneram a ser destruída.
28 Ouvindo isto, encheram-se de ira e clamaram, dizendo: Grande é a Diana dos efésios! 29 E encheu-se de confusão toda a cidade, e unânimes correram ao teatro, arrebatando a Gaio e a Aristarco, macedônios, companheiros de Paulo na viagem. 30 E, querendo Paulo apresentar-se ao povo, não lho permitiram os discípulos. 31 Também alguns dos principais da Ásia, que eram seus amigos, lhe rogaram que não se apresentasse no teatro. 32 Uns, pois, clamavam de uma maneira, outros, de outra, porque o ajuntamento era confuso; e os mais deles não sabiam por que causa se tinham ajuntado. 33 Então, tiraram Alexandre dentre a multidão, impelindo-o os judeus para diante; e Alexandre, acenando com a mão, queria dar razão disto ao povo. 34 Mas, quando conheceram que era judeu, todos unanimemente levantaram a voz, clamando por espaço de quase duas horas: Grande é a Diana dos efésios! 35 Então, o escrivão da cidade, tendo apaziguado a multidão, disse: Varões efésios, qual é o homem que não sabe que a cidade dos efésios é a guardadora do templo da grande deusa Diana e da imagem que desceu de Júpiter? 36 Ora, não podendo isto ser contraditado, convém que vos aplaqueis e nada façais temerariamente; 37 porque estes homens que aqui trouxestes nem são sacrílegos nem blasfemam da vossa deusa. 38 Mas, se Demétrio e os artífices que estão com ele têm alguma coisa contra alguém, há audiências e há procônsules; que se acusem uns aos outros. 39 Mas, se alguma outra coisa demandais, averiguar-se-á em legítimo ajuntamento. 40 Na verdade, até corremos perigo de que, por hoje, sejamos acusados de sedição, não havendo causa alguma com que possamos justificar este concurso. 41 E, tendo dito isto, despediu o ajuntamento.
Pablo en Éfeso
1 Mientras Apolos estaba en Corinto, Pablo estuvo recorriendo las regiones altas. Y sucedió que, cuando llegó a Éfeso, se encontró con algunos discípulos
2 y les preguntó: «¿Ustedes recibieron el Espíritu Santo cuando creyeron en el Señor Jesús?» Y ellos respondieron: «No, ¡ni siquiera habíamos oído hablar del Espíritu Santo!»
3 Pablo les preguntó entonces: «¿Pues qué enseñanza recibieron al ser bautizados?» Y ellos respondieron: «La del bautismo de Juan.»
4 Pablo les dijo: «El bautismo de Juan enseñaba el arrepentimiento. Le decía al pueblo que tenía que creer en el que vendría después de él, es decir, en Jesús.»
5 Al oír esto, pidieron ser bautizados en el nombre del Señor Jesús.
6 Cuando Pablo les impuso las manos sobre la cabeza, el Espíritu Santo vino sobre ellos, y empezaron a hablar en lenguas y a profetizar.
7 Eran doce hombres en total.
8 Durante tres meses Pablo estuvo yendo a la sinagoga, y allí predicaba sin ningún temor, y trataba de convencer a sus oyentes acerca del reino de Dios.
9 Pero algunos de ellos no creyeron, y delante de toda la gente hablaron mal del Camino. Entonces Pablo juntó a unos discípulos y se apartó de ellos; pero todos los días debatía en la escuela de Tiranno.
10 Esto se prolongó durante dos años, así que muchos de los judíos y griegos que vivían en la provincia de Asia llegaron a oír la palabra del Señor.
11 Dios, por medio de Pablo, hacía milagros tan extraordinarios
12 que muchos le llevaban los paños o delantales de los enfermos, y las enfermedades desaparecían y la gente quedaba libre de espíritus malignos.
13 Andaban por ahí algunos judíos exorcistas, que intentaban invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malignos. Les decían: «En el nombre de Jesús, a quien Pablo predica, les ordenamos salir.»
14 Los que hacían esto eran los siete hijos de un judío llamado Esceva, que era jefe de los sacerdotes;
15 pero el espíritu maligno les respondió: «Yo sé quién es Jesús, y sé también quién es Pablo; pero ustedes, ¿quiénes son?»
16 Dicho esto, el hombre que tenía el espíritu malo se arrojó sobre ellos; y los derribó con tanta fuerza que los hizo huir desnudos y heridos.
17 Esto lo supieron todos los habitantes de Éfeso, tanto judíos como griegos, y les entró mucho temor, pero magnificaban el nombre del Señor Jesús.
18 Muchos de los que habían creído venían y confesaban sus malas prácticas.
19 De igual manera, muchos de los que practicaban la magia llevaron sus libros y los quemaron delante de todos. ¡Y el precio de esos libros era de cincuenta mil monedas de plata!
20 Y fue así como la palabra del Señor fue extendiéndose y difundiéndose con mucha fuerza.
21 Cuando Pablo vio esto, le pareció que luego de visitar Macedonia y Acaya debía ir a Jerusalén. Decía: «Después de estar allí, tengo que ir a Roma y ver qué pasa allá.»
22 Envió entonces a Macedonia a Timoteo y Erasto, que eran dos de sus ayudantes, pero él se quedó por algún tiempo en Asia.
El alboroto en Éfeso
23 Por esos días hubo un gran disturbio por causa de las enseñanzas del Camino.
24 Resulta que un platero llamado Demetrio hacía réplicas en plata del templo de la diosa Diana, con lo cual ganaban mucho dinero los artífices.
25 Demetrio reunió a los obreros y les dijo: «Amigos míos, ustedes saben que este oficio es para nosotros una buena fuente de ingresos.
26 Pero como han visto y sabido, Pablo ha persuadido a mucha gente de que no son dioses los que hacemos con nuestras manos. De esto ha convencido a mucha gente, no solo en Éfeso sino en casi toda Asia.
27 Esto no solo desacredita y pone en peligro nuestro negocio, sino también al templo de la gran diosa Diana, que es venerada en toda la provincia de Asia y en el mundo entero. ¡Esto la despoja de su divinidad y majestad!»
28 Cuando los artesanos oyeron esto, se llenaron de ira y gritaron: «¡Grande es Diana de los efesios!»
29 La ciudad entera se llenó de confusión, así que todos se fueron al teatro y se llevaron a rastras a Gayo y Aristarco, los compañeros macedonios de Pablo.
30 Pablo intentó enfrentarse al pueblo, pero los discípulos no lo dejaron.
31 También algunas de las autoridades de Asia, que eran sus amigos, le enviaron un mensaje, en el que le rogaban que no se presentara en el teatro.
32 Era tal la confusión entre la concurrencia que unos gritaban una cosa, y otros, otra; aunque la mayoría no sabía para qué se habían reunido.
33 De entre la multitud, los judíos sacaron a empujones a un tal Alejandro, que a señas pidió silencio, pues quería presentar su defensa ante el pueblo;
34 pero cuando supieron que era judío, todos a una voz gritaron durante casi dos horas: «¡Grande es Diana de los efesios!»
35 Una vez que la multitud se apaciguó, el escribano dijo: «Varones efesios, ¿quién no sabe que la ciudad de Éfeso es guardiana del templo de la gran diosa Diana, y de la imagen que cayó del cielo?
36 Esto nadie lo puede contradecir. Lo que ustedes deben hacer es calmarse y no actuar con precipitación.
37 Han traído ustedes a estos hombres, que no han profanado ni ofendido a nuestra diosa.
38 Si Demetrio y sus artífices tienen motivo de queja contra alguno, tenemos tribunales, y también procónsules. Ante ellos pueden presentar su acusación.
39 Y si tienen alguna otra demanda, eso puede resolverse en una asamblea legalmente constituida.
40 Por sucesos como el de hoy, corremos el riesgo de que se nos acuse de sedición, ya que nada justifica una reunión como esta.»
41 Dicho esto, el escribano disolvió la asamblea.