Dios promete destruir a los pueblos cananeos
1 »Oye, Israel: hoy vas a cruzar el Jordán, y entrarás a despojar a naciones más numerosas y más poderosas que tú, de grandes ciudades, con murallas que llegan hasta el cielo.
2 Son un pueblo grande y alto, descendientes de los anaquitas. Tú ya tienes conocimiento de ellos, y conoces el dicho: “¿Quién puede hacerles frente a los anaquitas?”
3 Sábelo bien: el Señor tu Dios es quien hoy pasa al frente de ti, como un fuego consumidor que delante de ti los destruirá y los humillará, y tú los desalojarás y los destruirás enseguida, tal y como el Señor te lo ha dicho.
4 »Cuando el Señor tu Dios los haya expulsado de tu presencia, no pienses en tu corazón: “El Señor me ha traído a tomar posesión de esta tierra por causa de mi justicia”; porque en realidad el Señor va a expulsar de tu presencia a esas naciones por causa de su impiedad.
5 No es por causa de tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón, por lo que entras a tomar posesión del territorio de estas naciones. El Señor tu Dios las arroja de tu presencia por causa de su impiedad, y para confirmar la promesa que él mismo les hizo a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob.
La rebelión de Israel en Horeb
(Ex 31.18—32.35)
6 »Debes saber que, si el Señor tu Dios te da posesión de esta bella tierra, no es por causa de tu justicia, pues lo cierto es que tú eres un pueblo muy obstinado.
7 Acuérdate, y nunca olvides, que en el desierto provocaste la ira del Señor tu Dios, y que desde el día que salieron de Egipto hasta que entraron en este lugar, han sido rebeldes al Señor.
8 En Horeb provocaron ustedes la ira del Señor, y el Señor se enojó contra ustedes y quiso destruirlos.
9 Cuando yo subí al monte para recibir las tablas de piedra, es decir, las tablas del pacto que el Señor hizo con ustedes, estuve en el monte cuarenta días y cuarenta noches sin comer pan ni beber agua.
10 El Señor me dio entonces las dos tablas de piedra escritas con su propio dedo, y en ellas estaban escritas todas las palabras que el día de la asamblea el Señor les comunicó en el monte, de en medio del fuego.
11 Al final de los cuarenta días y las cuarenta noches, el Señor me dio las dos tablas de piedra, las tablas del pacto,
12 y me dijo: “Anda, baja pronto de aquí, porque el pueblo que sacaste de Egipto se ha corrompido. Muy pronto se han apartado del camino que yo les mandé seguir, y se han hecho una imagen fundida.”
13 »El Señor también me dijo: “He observado a ese pueblo, y puedo ver que es un pueblo muy obstinado.
14 ¡Déjame que los destruya! Voy a borrar su nombre de debajo del cielo, y a ti te pondré al frente de una nación más fuerte y mucho más numerosa que ellos.”
15 Yo bajé del monte trayendo las tablas del pacto en mis dos manos, mientras el monte ardía en llamas. Al volver,
16 me encontré con que ustedes habían pecado contra el Señor su Dios; muy pronto se habían apartado del camino que el Señor les había mandado seguir, y se habían hecho un becerro de fundición.
17 Tomé entonces las dos tablas que traía en las manos, y las arrojé y quebré a la vista de ustedes.
18 Luego me postré delante del Señor cuarenta días y cuarenta noches, como antes lo había hecho, y por causa del gran pecado que ustedes habían cometido no comí pan ni bebí agua, pues ustedes hicieron mal a los ojos del Señor e hicieron que se enojara.
19 El Señor estaba muy enojado contra ustedes y quiso destruirlos. Era tal su furor y su ira que yo tuve miedo. Pero incluso esta vez el Señor me escuchó.
20 »El Señor también se enojó en gran manera contra Aarón, y quería destruirlo; pero en aquella ocasión también oré por él.
21 Luego tomé el objeto de su pecado, el becerro que ustedes habían hecho, y lo arrojé al fuego; lo molí muy bien y lo desmenucé hasta reducirlo a polvo, y luego eché ese polvo en el arroyo que bajaba del monte.
22 »También en Tabera, en Masah y en Quibrot Hatavá provocaron ustedes la ira del Señor.
23 Y también fueron rebeldes al mandato del Señor su Dios cuando, desde Cadés Barnea, el Señor los envió y les dijo: “Vayan a tomar posesión de la tierra que yo les he dado.” Y es que ustedes no le creyeron, ni obedecieron sus órdenes.
24 Desde el día que los conocí, ustedes se han rebelado contra el Señor.
25 »Entonces me postré delante del Señor, y estuve así cuarenta días y cuarenta noches, porque el Señor dijo que los iba a destruir.
26 Yo oré al Señor, y le dije: “Señor y Dios, ¡no destruyas a tu propio pueblo! Con tu grandeza tú lo has rescatado; ¡lo sacaste de Egipto con mano poderosa!
27 Acuérdate de tus siervos Abrahán, Isaac y Jacob, y no te fijes en la terquedad de este pueblo, ni en su impiedad y pecado,
28 no sea que los de la tierra de donde nos sacaste digan: ‘El Señor no pudo introducirlos en la tierra que les había prometido; más bien, los sacó para matarlos en el desierto porque los aborrecía.’
29 ¡Pero ellos son tu pueblo! ¡Son tuyos! ¡Tú los sacaste con tu gran poder y con tu brazo extendido!”
Moisés lembra aos israelitas as suas murmurações e suas infidelidades
1 Ouve, ó Israel, hoje, passarás o Jordão, para entrares a possuir nações maiores e mais fortes do que tu; cidades grandes e muradas até aos céus; 2 um povo grande e alto, filhos de gigantes, que tu conheces e de que já ouviste: Quem pararia diante dos filhos dos gigantes? 3 Sabe, pois, hoje, que o Senhor, teu Deus, que passa diante de ti, é um fogo que consome, e os destruirá, e os derrubará de diante de ti; e tu os lançarás fora e cedo os desfarás, como o Senhor te tem dito.
4 Quando, pois, o Senhor, teu Deus, os lançar fora, de diante de ti, não fales no teu coração, dizendo: Por causa da minha justiça é que o Senhor me trouxe a esta terra para a possuir, porque, pela impiedade destas nações, é que o Senhor as lança fora, de diante de ti. 5 Não é por causa da tua justiça, nem pela retidão do teu coração que entras a possuir a sua terra, mas, pela impiedade destas nações, o Senhor, teu Deus, as lança fora, de diante de ti; e para confirmar a palavra que o Senhor, teu Deus, jurou a teus pais, Abraão, Isaque e Jacó.
6 Sabe, pois, que não é por causa da tua justiça que o Senhor, teu Deus, te dá esta boa terra para possuí-la, pois tu és povo obstinado. 7 Lembra-te e não te esqueças de que muito provocaste à ira o Senhor, teu Deus, no deserto; desde o dia em que saístes do Egito até que chegastes a esse lugar, rebeldes fostes contra o Senhor; 8 pois, em Horebe, tanto provocastes à ira o Senhor, que o Senhor se acendeu contra vós para vos destruir. 9 Subindo eu ao monte a receber as tábuas de pedra, as tábuas do concerto que o Senhor fizera convosco, então fiquei no monte quarenta dias e quarenta noites; pão não comi e água não bebi. 10 E o Senhor me deu as duas tábuas de pedra, escritas com o dedo de Deus; e nelas tinha escrito conforme todas aquelas palavras que o Senhor tinha falado convosco no monte, do meio do fogo, no dia da congregação. 11 Sucedeu, pois, que, ao fim dos quarenta dias e quarenta noites, o Senhor me deu as duas tábuas de pedra, as tábuas do concerto. 12 E o Senhor me disse: Levanta-te, desce depressa daqui, porque o teu povo, que tiraste do Egito, já se tem corrompido; cedo se desviou do caminho que eu lhe tinha ordenado; imagem de fundição para si fez.
13 Falou-me mais o Senhor, dizendo: Atentei para este povo, e eis que ele é povo obstinado. 14 Deixa-me que os destrua e apague o seu nome de debaixo dos céus; e te faça a ti nação mais poderosa e mais numerosa do que esta. 15 Então, virei-me e desci do monte; e o monte ardia em fogo, e as duas tábuas do concerto estavam em ambas as minhas mãos. 16 E olhei, e eis que havíeis pecado contra o Senhor, vosso Deus; vós tínheis feito um bezerro de fundição; cedo vos desviastes do caminho que o Senhor vos ordenara. 17 Então, peguei das duas tábuas, e as arrojei de ambas as minhas mãos, e as quebrei aos vossos olhos. 18 E me lancei perante o Senhor, como dantes; quarenta dias e quarenta noites, não comi pão e não bebi água, por causa de todo o vosso pecado que havíeis pecado, fazendo mal aos olhos do Senhor, para o provocar à ira. 19 Porque temi por causa da ira e do furor com que o Senhor tanto estava irado contra vós, para vos destruir; porém, ainda por esta vez, o Senhor me ouviu. 20 Também o Senhor se irou muito contra Arão para o destruir; mas também orei por Arão ao mesmo tempo. 21 Porém eu tomei o vosso pecado, o bezerro que tínheis feito, e o queimei a fogo, e o pisei, moendo-o bem, até que se desfez em pó; e o seu pó lancei no ribeiro que descia do monte.
22 Também em Taberá, e em Massá, e em Quibrote-Hataavá provocastes muito a ira do Senhor. 23 Quando também o Senhor vos enviou desde Cades-Barneia, dizendo: Subi e possuí a terra que vos tenho dado, rebeldes fostes ao mandado do Senhor, vosso Deus, e não o crestes, e não obedecestes à sua voz. 24 Rebeldes fostes contra o Senhor, desde o dia em que vos conheci.
25 E prostrei-me perante o Senhor aqueles quarenta dias e quarenta noites em que estava prostrado; porquanto o Senhor dissera que vos queria destruir. 26 E eu orei ao Senhor, dizendo: Senhor Deus, não destruas o teu povo e a tua herança, que resgataste com a tua grandeza, que tiraste do Egito com mão forte. 27 Lembra-te dos teus servos Abraão, Isaque e Jacó; não atentes para a dureza deste povo, nem para a sua impiedade, nem para o seu pecado, 28 para que o povo da terra donde nos tiraste não diga: Porquanto o Senhor os não pôde introduzir na terra de que lhes tinha falado e porque os aborrecia, os tirou para os matar no deserto. 29 Todavia, são eles o teu povo e a tua herança que tu tiraste com a tua grande força e com o teu braço estendido.