José interpreta el sueño del faraón
1 Dos años después, sucedió que el faraón tuvo un sueño, en el que se veía de pie, junto al río.
2 Del río salían siete vacas, muy hermosas y gordas, que se alimentaban de los pastos.
3 Tras ellas salían del río otras siete vacas, muy flacas y feas, que se pararon a la orilla del río, cerca de las vacas hermosas,
4 ¡y las vacas flacas y feas se comían a las siete vacas hermosas y gordas! Y el faraón se despertó.
5 Pero volvió a dormirse, y la segunda vez soñó que de una sola caña crecían siete espigas, muy hermosas y llenas de trigo,
6 y que tras ellas salían otras siete espigas, delgadas y marchitadas por el viento solano;
7 ¡y las siete espigas delgadas se comían a las siete espigas hermosas y llenas de trigo! Y el faraón se despertó, y vio que solo era un sueño.
8 Por la mañana el faraón estaba muy agitado, y mandó llamar a todos los magos de Egipto y a todos sus sabios; y el faraón les contó sus sueños, pero no había quien se los pudiera interpretar.
9 Entonces el jefe de los coperos habló con el faraón y le dijo:
«Ahora me acuerdo de que he fallado.
10 Cuando Su Majestad se enojó contra el jefe de los panaderos y contra mí, sus siervos, nos mandó a la prisión en la casa del capitán de la guardia.
11 Y en una misma noche él y yo tuvimos un sueño, y cada sueño tenía su propio significado.
12 Allí, con nosotros, estaba un joven hebreo, siervo del capitán de la guardia; y cuando le contamos nuestros sueños, él nos interpretó lo que cada uno había soñado.
13 Y resultó que todo sucedió tal y como él nos los interpretó: yo fui restituido a mi puesto, y el otro fue enviado a la horca.»
14 El faraón mandó entonces llamar a José. Con mucha prisa lo sacaron de la cárcel, y él se afeitó y se cambió de ropa, y se presentó ante el faraón.
15 El faraón le dijo:
«He tenido un sueño, y no hay quien lo interprete. Pero he oído decir que tú oyes un sueño y lo puedes interpretar.»
16 José le respondió al faraón:
«No depende de mí. Pero Dios dará al faraón una respuesta propicia.»
17 Entonces el faraón le dijo:
«En mi sueño, yo me veía de pie, a la orilla del río.
18 Del río salieron siete vacas muy gordas y hermosas, que se alimentaban de los pastos.
19 Detrás de ellas salieron otras siete vacas, muy flacas y feas. ¡Estaban tan flacas, que no he visto otras tan feas en toda la tierra de Egipto!
20 Y las vacas flacas y feas se comían a las primeras siete vacas gordas,
21 y estas entraban en su panza, y nadie podía saber que las tuvieran adentro, porque se veían igual de flacas, como al principio. Entonces desperté.
22 En mis sueños también vi que siete espigas, llenas de trigo y hermosas, crecían de un mismo tallo.
23 Tras ellas crecían otras siete espigas, delgadas y marchitadas por el viento solano,
24 ¡y las espigas delgadas se comían a las siete espigas hermosas! Les he dicho esto a los magos, pero no hay quien me lo interprete.»
25 José le respondió al faraón:
«El sueño de mi señor el faraón es uno solo. Dios le ha hecho saber lo que él está por hacer.
26 Las siete vacas hermosas son siete años, y las espigas hermosas también son siete años. El sueño es uno solo.
27 También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas son siete años, y las siete espigas delgadas y marchitadas por el viento solano serán siete años de hambre.
28 Esta es mi respuesta a Su Majestad: Dios ha mostrado a Su Majestad lo que él está por hacer.
29 Vienen ya siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto.
30 Pero a estos les seguirán siete años de hambre. Toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto, porque el hambre acabará con la tierra.
31 Por causa del hambre que vendrá, y que será gravísima, esa abundancia quedará ignorada.
32 El hecho de que Su Majestad haya tenido el mismo sueño dos veces, significa que Dios ha decidido hacer esto, y que muy pronto lo hará.
33 Su Majestad debe buscarse ya un hombre inteligente y sabio, y ponerlo al frente de la tierra de Egipto.
34 Debe también poner gobernadores al frente del país, y tomar la quinta parte de lo que produzca la tierra de Egipto durante los siete años de abundancia.
35 Se deben almacenar todos los alimentos de estos buenos años que vienen, y bajo el control de Su Majestad recogerse y guardarse el trigo, para el sustento de las ciudades.
36 Estas provisiones deben quedar almacenadas para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto. Así el país no perecerá de hambre.»
José, gobernador de Egipto
37 Esto le pareció bien al faraón y a sus siervos,
38 y el faraón les dijo a sus siervos: «¿Podremos encontrar a otro hombre como este, en quien esté el espíritu de Dios?»
39 A José le dijo:
«Puesto que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay nadie tan inteligente y sabio como tú.
40 Así que tú estarás al frente de mi casa, y todo mi pueblo se someterá a lo que digas; solamente en el trono seré mayor que tú.»
41 También le dijo el faraón a José:
«Como ves, yo te he puesto al frente de toda la tierra de Egipto.»
42 Y el faraón se quitó su anillo de la mano, y lo puso en la mano de José; también hizo que lo vistieran con ropas de lino muy fino, y en el cuello le puso un collar de oro;
43 después hizo que subiera en su segundo carro, y que delante de él se gritara: «¡De rodillas!»; y lo puso al frente de toda la tierra de Egipto.
44 Luego el faraón le dijo a José:
«Yo soy el faraón. Pero sin ti nadie alzará la mano ni el pie en toda la tierra de Egipto.»
45 Y el faraón le dio a José el nombre de Safenat Paneaj, y le dio por mujer a Asenat, la hija de Potifera, el sacerdote de On. Entonces José salió para recorrer toda la tierra de Egipto.
46 José tenía treinta años de edad cuando fue presentado ante el faraón, rey de Egipto. Y salió José de la presencia del faraón, y recorrió toda la tierra de Egipto.
47 En aquellos siete años de abundancia la tierra produjo en grandes cantidades.
48 Y José recogió todo el alimento de los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y almacenó alimento en las ciudades, y entregó a cada ciudad el alimento del campo de sus alrededores.
49 José recogió trigo en grandes cantidades, como si fuera arena del mar, al grado de no poder contarlo, porque era incontable.
50 Antes de que llegara el primer año de hambre, le nacieron a José dos hijos, los cuales le dio Asenat, la hija de Potifera, el sacerdote de On.
51 Al primogénito le puso por nombre Manasés, porque dijo: «Dios me ha hecho olvidar todos mis sufrimientos, y toda la casa de mi padre.»
52 Al segundo le puso por nombre Efraín; porque dijo: «Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción.»
53 Los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto llegaron a su fin,
54 y comenzaron a llegar los siete años de hambre, como José lo había dicho. Y hubo hambre en todos los países, pero en toda la tierra de Egipto había pan.
55 Cuando arreció el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo pedía a gritos al faraón que le diera pan. Y el faraón les dijo a todos los egipcios: «Vayan a ver a José, y hagan lo que él les diga.»
56 El hambre cundía por todo el país. Entonces José abrió todos los graneros donde había trigo, y se lo vendía a los egipcios, porque el hambre arreciaba en la tierra de Egipto.
57 Y de todas partes venían a Egipto para comprar trigo de José, porque el hambre había arreciado por toda la tierra.
José interpreta os sonhos de Faraó
1 E aconteceu que, ao fim de dois anos inteiros, Faraó sonhou e eis que estava em pé junto ao rio. 2 E eis que subiam do rio sete vacas, formosas à vista e gordas de carne, e pastavam no prado. 3 E eis que subiam do rio após elas outras sete vacas, feias à vista e magras de carne, e paravam junto às outras vacas na praia do rio. 4 E as vacas feias à vista e magras de carne comiam as sete vacas formosas à vista e gordas. Então, acordou Faraó. 5 Depois, dormiu e sonhou outra vez, e eis que brotavam de um mesmo pé sete espigas cheias e boas. 6 E eis que sete espigas miúdas e queimadas do vento oriental brotavam após elas. 7 E as espigas miúdas devoravam as sete espigas grandes e cheias. Então, acordou Faraó, e eis que era um sonho. 8 E aconteceu que, pela manhã, o seu espírito perturbou-se, e enviou e chamou todos os adivinhadores do Egito e todos os seus sábios; e Faraó contou-lhes os seus sonhos, mas ninguém havia que os interpretasse a Faraó.
9 Então, falou o copeiro-mor a Faraó, dizendo: Dos meus pecados me lembro hoje. 10 Estando Faraó mui indignado contra os seus servos e pondo-me sob prisão na casa da guarda, a mim e ao padeiro-mor, 11 então, sonhamos um sonho na mesma noite, eu e ele, cada um conforme a interpretação do seu sonho sonhamos. 12 E estava ali conosco um jovem hebreu, servo do capitão da guarda, e contamos-lhos, e interpretou-nos os nossos sonhos, a cada um interpretou conforme o seu sonho. 13 E como ele nos interpretou, assim mesmo foi feito: a mim me fez tornar ao meu estado, e a ele fez enforcar.
14 Então, enviou Faraó e chamou a José, e o fizeram sair logo da cova; e barbeou-se, e mudou as suas vestes, e veio a Faraó. 15 E Faraó disse a José: Eu sonhei um sonho, e ninguém que o interprete; mas de ti ouvi dizer que, quando ouves um sonho, o interpretas. 16 E respondeu José a Faraó, dizendo: Isso não está em mim; Deus dará resposta de paz a Faraó. 17 Então, disse Faraó a José: Eis que em meu sonho estava eu em pé na praia do rio. 18 E eis que subiam do rio sete vacas gordas de carne e formosas à vista e pastavam no prado. 19 E eis que outras sete vacas subiam após estas, muito feias à vista e magras de carne; não tenho visto outras tais, quanto à fealdade, em toda a terra do Egito. 20 E as vacas magras e feias comiam as primeiras sete vacas gordas; 21 e entravam em suas entranhas, mas não se conhecia que houvessem entrado em suas entranhas, porque o seu aspecto era feio como no princípio. Então, acordei. 22 Depois, vi em meu sonho, e eis que de um mesmo pé subiam sete espigas cheias e boas. 23 E eis que sete espigas secas, miúdas e queimadas do vento oriental brotavam após elas. 24 E as sete espigas miúdas devoravam as sete espigas boas. E eu disse-o aos magos, mas ninguém houve que mo interpretasse.
25 Então, disse José a Faraó: O sonho de Faraó é um só; o que Deus há de fazer, notificou-o a Faraó. 26 As sete vacas formosas são sete anos; as sete espigas formosas também são sete anos; o sonho é um só. 27 E as sete vacas magras e feias à vista, que subiam depois delas, são sete anos, como as sete espigas miúdas e queimadas do vento oriental; serão sete anos de fome. 28 Esta é a palavra que tenho dito a Faraó; o que Deus há de fazer, mostrou-o a Faraó. 29 E eis que vêm sete anos, e haverá grande fartura em toda a terra do Egito. 30 E, depois deles, levantar-se-ão sete anos de fome, e toda aquela fartura será esquecida na terra do Egito, e a fome consumirá a terra; 31 e não será conhecida a abundância na terra, por causa daquela fome que haverá depois, porquanto será gravíssima. 32 E o sonho foi duplicado duas vezes a Faraó é porque esta coisa é determinada de Deus, e Deus se apressa a fazê-la. 33 Portanto, Faraó se proveja agora de um varão inteligente e sábio e o ponha sobre a terra do Egito. 34 Faça isso Faraó, e ponha governadores sobre a terra, e tome a quinta parte da terra do Egito nos sete anos de fartura. 35 E ajuntem toda a comida destes bons anos, que vêm, e amontoem trigo debaixo da mão de Faraó, para mantimento nas cidades, e o guardem. 36 Assim, será o mantimento para provimento da terra, para os sete anos de fome que haverá na terra do Egito; para que a terra não pereça de fome.
37 E esta palavra foi boa aos olhos de Faraó e aos olhos de todos os seus servos.
Faraó põe José como governador do Egito
38 E disse Faraó a seus servos: Acharíamos um varão como este, em quem haja o Espírito de Deus? 39 Depois, disse Faraó a José: Pois que Deus te fez saber tudo isto, ninguém há tão inteligente e sábio como tu. 40 Tu estarás sobre a minha casa, e por tua boca se governará todo o meu povo; somente no trono eu serei maior que tu. 41 Disse mais Faraó a José: Vês aqui te tenho posto sobre toda a terra do Egito. 42 E tirou Faraó o anel da sua mão, e o pôs na mão de José, e o fez vestir de vestes de linho fino, e pôs um colar de ouro no seu pescoço. 43 E o fez subir no segundo carro que tinha, e clamavam diante dele: Ajoelhai. Assim, o pôs sobre toda a terra do Egito. 44 E disse Faraó a José: Eu sou Faraó; porém sem ti ninguém levantará a sua mão ou o seu pé em toda a terra do Egito. 45 E chamou Faraó o nome de José Zafenate-Paneia e deu-lhe por mulher a Asenate, filha de Potífera, sacerdote de Om; e saiu José por toda a terra do Egito.
46 E José era da idade de trinta anos quando esteve diante da face de Faraó, rei do Egito. E saiu José da face de Faraó e passou por toda a terra do Egito. 47 E a terra produziu nos sete anos de fartura a mãos-cheias. 48 E ajuntou todo o mantimento dos sete anos que houve na terra do Egito; e guardou o mantimento nas cidades, pondo nas cidades o mantimento do campo que estava ao redor de cada cidade. 49 Assim, ajuntou José muitíssimo trigo, como a areia do mar, até que cessou de contar, porquanto não havia numeração.
50 E nasceram a José dois filhos (antes que viesse o ano de fome), que lhe deu Asenate, filha de Potífera, sacerdote de Om. 51 E chamou José o nome do primogênito Manassés, porque disse: Deus me fez esquecer de todo o meu trabalho e de toda a casa de meu pai. 52 E o nome do segundo chamou Efraim, porque disse: Deus me fez crescer na terra da minha aflição.
53 Então, acabaram-se os sete anos de fartura que havia na terra do Egito, 54 e começaram a vir os sete anos de fome, como José tinha dito; e havia fome em todas as terras, mas em toda a terra do Egito havia pão. 55 E, tendo toda a terra do Egito fome, clamou o povo a Faraó por pão; e Faraó disse a todos os egípcios: Ide a José; o que ele vos disser fazei. 56 Havendo, pois, fome sobre toda a terra, abriu José tudo em que havia mantimento e vendeu aos egípcios; porque a fome prevaleceu na terra do Egito. 57 E todas as terras vinham ao Egito, para comprar de José, porquanto a fome prevaleceu em todas as terras.