Cántico de confianza en el Señor
1 En ese día se cantará en Judá este cántico:
¡Fuerte es nuestra ciudad!
¡Por muros y antemuros Dios le puso salvación!
2 ¡Abran las puertas, y que entren los justos,
los guardianes de la verdad!
3 Tú guardas en completa paz
a quien siempre piensa en ti
y pone en ti su confianza.
4 Confíen siempre en el Señor,
porque él es la Roca eterna.
5 Él hizo caer por tierra
a los que habitan en las alturas;
humilló a la ciudad exaltada,
¡la derribó hasta el polvo,
6 y hoy la aplastan con el pie
los afligidos y los menesterosos!

7 Recto es el camino del hombre justo,
y tú, que también eres recto,
le despejas el camino.
8 Señor, nuestra esperanza reposa
en el camino de tu justicia;
son tu nombre y tu memoria
el mayor deseo de nuestra alma.
9 Por las noches te desea mi alma,
y mientras haya en mí un hálito de vida,
te buscaré por la mañana
porque, cuando tú emites un juicio,
los que habitan este mundo
aprenden a hacer justicia.
10 Pero no se aprende a hacer justicia
cuando se muestra piedad al malvado.
Surge la maldad en el país de la rectitud,
y deja de verse la majestad del Señor.

11 Señor, tú has levantado la mano,
pero tus enemigos no la ven;
¡haz que la vean y que se avergüencen
los que envidian a tu pueblo!
¡haz que el fuego los consuma!

12 Tú, Señor, nos harás vivir en paz,
porque tú nos has ayudado
a realizar todas nuestras obras.
13 Dios y Señor nuestro,
otros señores han querido dominarnos,
pero nosotros solo invocamos tu nombre.
14 Ellos están muertos; no tienen vida.
Murieron, y no volverán a vivir,
porque tú los castigaste y borraste su recuerdo;
15 pero a tu pueblo, Señor, lo aumentaste,
y te cubriste de gloria al ensanchar
todos los confines de la tierra.

16 Señor, en nuestra angustia te buscamos,
y clamamos a ti cuando nos castigaste.
17 Señor, ante ti hemos clamado con dolor,
con los gemidos de una parturienta
cuando está a punto de dar a luz.
18 Concebimos, tuvimos dolores de parto,
¡pero no dimos a luz más que viento!
No dimos a la tierra ninguna liberación,
ni le nacieron habitantes al mundo.

19 Pero tus muertos vivirán;
sus cadáveres volverán a la vida.
Los que ahora habitan en el polvo
se despertarán y cantarán de alegría,
porque tú eres como un rocío de luces,
y la tierra dará a luz a sus muertos.
20 ¡Vamos, pueblo mío, entra en tu aposento y cierra tras de ti la puerta! ¡Escóndete por un breve instante, hasta que haya pasado la indignación!
21 Porque el Señor sale ya de su santuario, para castigar a los que habitan la tierra por su maldad contra él. La tierra mostrará la sangre que ha sido derramada sobre ella, y no volverá a ocultar a los que en ella han sido asesinados.
1 Naquele dia, se entoará este cântico na terra de Judá: Uma forte cidade temos, a quem Deus pôs a salvação por muros e antemuros. 2 Abri as portas, para que entre nela a nação justa, que observa a verdade. 3 Tu conservarás em paz aquele cuja mente está firme em ti; porque ele confia em ti. 4 Confiai no Senhor perpetuamente; porque o Senhor Deus é uma rocha eterna. 5 Porque ele abate os que habitam em lugares sublimes, e a cidade exaltada humilhará até ao chão, e a derribará até ao pó. 6 O pé a pisará: os pés dos aflitos e os passos dos pobres.
7 O caminho do justo é todo plano; tu retamente pesas o andar do justo. 8 Até no caminho dos teus juízos, Senhor, te esperamos; no teu nome e na tua memória está o desejo da nossa alma. 9 Com minha alma te desejei de noite e, com o meu espírito, que está dentro de mim, madrugarei a buscar-te; porque, havendo os teus juízos na terra, os moradores do mundo aprendem justiça. 10 Ainda que se mostre favor ao ímpio, nem por isso aprende a justiça; até na terra da retidão, ele pratica a iniquidade e não atenta para a majestade do Senhor. 11 Senhor, a tua mão está exaltada, mas nem por isso a veem; vê-la-ão, porém confundir-se-ão por causa do zelo que tens do teu povo; e o fogo consumirá os teus adversários. 12 Senhor, tu nos darás a paz, porque tu és o que fizeste em nós todas as nossas obras. 13 Ó Senhor, Deus nosso, outros senhores têm tido domínio sobre nós; mas, por ti só, nos lembramos do teu nome. 14 Morrendo eles, não tornarão a viver; falecendo, não ressuscitarão; por isso, os visitaste, e destruíste, e apagaste toda a sua memória. 15 Tu, Senhor, aumentaste esta gente, tu aumentaste esta gente, fizeste-te glorioso; mas longe os lançaste, para todos os confins da terra.
16 Senhor, no aperto, te visitaram; vindo sobre eles a tua correção, derramaram a sua oração secreta. 17 Como a mulher grávida, quando está próxima a sua hora, tem dores de parto e dá gritos nas suas dores, assim fomos nós por causa da tua face, ó Senhor! 18 Bem concebemos nós e tivemos dores de parto, mas isso não foi senão vento; livramento não trouxemos à terra, nem caíram os moradores do mundo. 19 Os teus mortos viverão, os teus mortos ressuscitarão; despertai e exultai, vós que habitais no pó, porque o teu orvalho, ó Deus, será como o orvalho das ervas, e a terra lançará de si os mortos.
20 Vai, pois, povo meu, entra nos teus quartos e fecha as tuas portas sobre ti; esconde-te só por um momento, até que passe a ira. 21 Porque eis que o Senhor sairá do seu lugar para castigar os moradores da terra, por causa da sua iniquidade; e a terra descobrirá o seu sangue e não encobrirá mais aqueles que foram mortos.